Como ya he explicado, los fumadores creen que fuman porque les gusta, porque se relajan, o porque reciben algo a cambio.
Esto es mera ilusión; lo único que consiguen es aliviar los síntomas producidos por la falta de nicotina: El “mono”.

Cuanto más enganchados estamos, más notamos este alivio, y cuanto más bajo te arrastra el cigarrillo, más crees que está haciendo justo lo contrario. Todo ocurre tan lenta y paulatinamente que ni te das cuenta. Cada día te sientes igual que el día anterior. La mayoría de los fumadores no se da cuenta de que están enganchados hasta que intentan dejarlo, e incluso entonces hay quienes no confiesa su adicción. Alguno obcecados mantienen los ojos cerrados toda la vida, intentando convencer a todo el mundo, y a ellos mismos, de que lo hacen porque les gusta.
Este diálogo es representativo de cientos que he tenido con fumadores jóvenes:
YO: Te das cuenta de que es una droga, y que sólo fumas porque no puedes dejarlo.
EL: ¡Chorradas! Me gusta. Si no me gustase lo dejaría.
YO: Déjalo durante una semana para demostrar que lo puedes dejar si quieres.
EL: ¿Para qué? Me gusta. Si quisiera dejarlo, lo dejaría.
YO: Déjalo sólo durante una semana, para ver si estás enganchado o no.
EL: No hace falta. Me gusta.
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