Durante las tres semanas siguientes
al momento de dejar de fumar,
puedes tener que afrontar
el famoso “mono”
Los efectos de éste son dos:
0 Las sensaciones producidas por la retirada de la nicotina. Hay una sensación de vacío o de inseguridad parecida al hambre, y que muchos fumadores asocian con la forma de ocupar las manos.
0 Los dispositivos psicológicos que disparan el síntoma de ansia en determinados momentos, por ejemplo cuando suena el teléfono o cuando acabas de comer.
Si muchos fumadores encuentran grandes dificultades al dejar de fumar, se debe a la incapacidad de comprender y de distinguir entre estos dos factores mientras emplean el Método de la Fuerza de Voluntad; es también eso lo que hace que muchos de los que consiguen dejarlo vuelvan a caer en la misma trampa.

Si los fumadores que emplean el Método de la fuerza de Voluntad logran abstenerse de fumar durante unos días, las verdaderas ansias fumar desaparecen. Esto es precisamente lo que produce la dificultad. El fumador se ha creado el hábito de aliviar el “mono” en ciertas circunstancias, y ha creado una asociación de ideas, por ejemplo “No puedo tomarme una copa a gusto sin un cigarrillo”. Quizás sea más fácil comprender el efecto a través de un ejemplo.
""Tienes un coche durante varios años,
y la palanquita de los intermitentes está a la
izquierda del volante. Te compras un coche nuevo, que tiene la palanquita a la derecha, Dios sabe por qué. Sabes que está a la derecha, pero durante un
par de semanas pones el limpiaparabrisas cada
vez que haces un giro""
Ocurre una cosa parecida cuando dejas de fumar. Durante los primeros días, funciona el dispositivo disparador en ciertos momentos, con “quiero un cigarrillo”. Hay que combatir el “lavado de cerebro” desde el primer momento, para que el dispositivo deje de funcionar. Con el Método de la Fuerza de Voluntad el fumador está deprimido, esperando que desaparezcan las ansias de fumar, y en lugar de debilitar estos mecanismos los aumenta en número.

Incluso con mi propio método, éste es el mayor peligro de todos. El ex-fumador tiende a ver en el cigarrillo una especie de golosina o placebo.
Piensa:
“Ya sé que el tabaco no hace nada por mí, pero si yo creo que hace algo,
a veces puede tener un efecto psicológico beneficioso”
Un placebo, aunque no proporciona ninguna ayuda real, puede ser psicológicamente efectivo para aliviar unos síntomas genuinos y, por tanto, puede ser beneficioso. Pero el tabaco no es un placebo; crea los síntomas que luego alivia, y con el tiempo deja, al menos en parte, de aliviarlos. Es la misma píldora la que causa la enfermedad y, además, resulta que es el veneno asesino número uno en la sociedad occidental.
Tal vez te resulte más fácil comprender el resultado si lo relacionamos con los no-fumadores o con los fumadores que lo dejaron hace años. Tomemos como ejemplo el caso de una mujer que acaba de perder a su marido. En tales ocasiones, es frecuente que el fumador, con la mejor intención del mundo diga:
“Toma un cigarrillo, ayudará a tranquilizarte”.

Es imprescindible contrarrestar el “lavado de cerebro” desde el primer momento. Tienes que metértelo en la cabeza que no necesitas los cigarrillos, y que no haces más que torturarte si sigues creyendo que te proporcionan algún tipo de ayuda psicológica. No hace falta deprimirse. Los cigarrillos no mejoran las comidas los acontecimientos sociales, los estropean. Se puede disfrutar de las comidas y de la vida en general aún mientras te dure la adicción.
Recuerda también que los comensales que fuman durante la comida no lo hacen porque les gusta, sino porque tienen que hacerlo. ¡Son drogadictos! No pueden disfrutar de nada sin el tabaco.
También ayuda si dejamos de pensar en el fumar como un hábito intrínsecamente placentero. Muchos fumadores piensan: “Si hubiera un cigarrillo libre de nicotina...” Los hay. Y cualquier fumador que los haya probado sabe que no sirven para nada. La única razón por la cual fumamos es para conseguir nuestras dosis de nicotina.
Es un poco como el insomnio.
Cuanto más te preocupes por ello,
más difícil te resulta dormir.
De todas formas, no vas a poder olvidarlo. Durante los primeros días el monstruito no dejará de recordártelo, y no lo podrás evitar. Mientras haya fumadores a tu alrededor te lo recordarán constantemente, lo mismo que la propaganda masiva de las empresas tabaqueras.

Como ya he dicho, las ansias que sentirás llegarán a ser momentos de placer, y te acostumbrarás cuando veas lo fácil que es olvidarlo después.

Recuerda que tenías una serie de razones muy poderosas para dejar de fumar. Recuerda los miles de dolares que te costará el primer cigarrillo que fumes, y pregúntate si quieres volver a correr el riesgo de coger una de esas terroríficas enfermedades. Recuerda sobre todo que cada vez que el monstruito chille será sólo un momento, que el momento pasará, y que es un paso más hacia tu meta final.
Algunos fumadores temen que van a tener que pasar el resto de la vida desarmando los dispositivos mentales que disparan las ansias de fumar. En otras palabras, creen que van a tener que estar siempre utilizando trucos psicológicos para autoconvencerse de que no quieren fumar. No es así.

El tabaco no hace nada por ti.
Lo último que tienes que hacer en esta vida es fumar.
Procura QUE NO SEA LO ÚLTIMO QUE HAGAS.
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