6>>LA ADICCIÓN A LA NICOTINA







La nicotina es un compuesto incoloro, aceitoso y es la droga que existe en los cigarrillos, y que produce la adicción en el fumador. Es la droga adictiva más rápida conocida por la ciencia, y a veces un solo cigarrillo es suficiente para producir adicción.


Cada aspirada lleva al cerebro, a través de los pulmones, una pequeña dosis de nicotina en menos tiempo que lo que tarda la dosis de heroína inyectada por el heroinómano.


Si sacas 20 aspiradas de cada cigarrillo, ese mismo cigarrillo te proporciona 20 dosis.
La nicotina es una droga de actuación rápida, y el nivel de nicotina en la sangre disminuye aproximadamente a los 30 minutos de apagarse el cigarrillo, y a la cuarta parte después de una hora. Si haces un poco de aritmética, verás que esto explica por qué la mayoría de los fumadores consume unos 20 cigarrillos diarios.


En cuanto se apaga el cigarrillo, la nicotina empieza rápidamente a ser expulsada del cuerpo, y el fumador empieza a sentir las molestias de la privación de la droga: el “mono”.


Llegados a este punto, me veo obligado a destruir otro concepto falso, muy extendido entre los fumadores, acerca de las molestias causadas por la retirada de la droga. El fumador cree que el “mono” es el terrible trauma que padece cada vez que trata de dejar de fumar o cuando lo tiene que hacer por obligación. Dicho trauma es en realidad básicamente psicológico, y se debe a que el fumador pierde su apoyo, su sustento artificial. Hablaré de nuevo de esto más adelante.


Las molestias producidas por la retirada de la nicotina son tan ligeras que la mayoría de los fumadores vive y muere sin darse cuenta de que son drogadictos. Cuando utilizamos el término “adictos a la nicotina”, creemos que sólo significa que hemos cogido “el hábito”. A la mayoría de los fumadores les horrorizan las drogas y, sin embargo, eso es exactamente lo que son —drogadictos. Afortunadamente, es una droga fácil de resistir, pero con la condición de que primero aceptes el hecho de que eres un adicto.


Las molestias causadas por la retirada de la nicotina no suponen ningún dolor físico. Es solamente un sentimiento de vacío, de desasosiego, de que falta algo, lo cual explica por qué muchos fumadores creen que tiene algo que ver con la forma de ocupar las manos. Si se prolonga este estado, el fumador se vuelve nervioso, inseguro, intranquilo, le falta confianza y se irrita con facilidad. Es una especie de hambre, no por la comida, sino por un veneno. LA NICOTINA.


A los siete segundos de encenderse un nuevo cigarrillo, el cuerpo recibe una nueva dosis, y la molestia acaba, lo cual hace que el fumador se sienta relajado y con confianza en sí mismo.
Al principio, cuando empezamos a fumar, esta molesta sensación es tan efímera que ni siquiera nos damos cuenta de su existencia. Para la mayoría, se fuma el primer cigarrillo, si eres chico, para ser “uno de los machotes”; si eres chica, para parecer más actualizada.


Cuando empezamos a fumar con regularidad creemos que es porque nos ha llegado a gustar, o que simplemente hemos cogido “el hábito”. La verdad es que estamos enganchados; no nos damos cuenta, pero el pequeño monstruo nicotínico ya se ha instalado en nuestras tripas y hay que darle de comer de forma regular.


Todos los fumadores empiezan por razones estúpidas; a nadie se le obliga. La única razón por la que una persona sigue fumando, en grandes o pequeñas cantidades, es para darle de comer al pequeño monstruo.


Todo lo relacionado con el fumar es una serie de enigmas. Todos los fumadores saben, en el fondo de su ser, que están haciendo el primo y que algo malvado les ha atrapado. Sin embargo, estoy convencido de que lo más trágico del asunto es que la sensación de disfrute que el cigarrillo le proporciona al fumador no es ni más ni menos que un momentáneo y agradable retorno al estado de paz, tranquilidad y confianza en el que vivía su cuerpo antes de que se enganchase.


Conoces esa sensación, cuando la alarma antirrobo de tu vecino lleva todo el día sonando, o cualquier otra molestia continua. Te acostumbras más o menos a ello, pero luego el ruido cesa de repente, experimentas una sensación maravillosa de paz y tranquilidad. En realidad no es una paz; es la ausencia de la molestia.


Antes de enrollarnos en la cadena de la nicotina, nuestros cuerpos funcionan estupendamente; luego introducimos la nicotina, y cada vez que apagamos un cigarrillo y la nicotina empieza a eliminarse, sentimos las molestias —el “mono”. No hay ningún dolor físico, simplemente nos sentimos vacíos. Ni siquiera nos damos cuenta de su existencia, pero es como un grifo que gotea dentro del cuerpo. Nuestra mente racional no lo entiende, ni falta le hace. Lo único que sabemos es que queremos otro cigarrillo, y cuando lo encendemos desaparece el deseo y por el momento estamos otra vez contentos y seguros de nosotros mismos, como lo estábamos antes de engancharnos. Pero esta satisfacción no dura mucho, porque para aliviar la sensación de vacío tienes que meterte más nicotina en el cuerpo. En cuanto apagas el cigarrillo, la sensación empieza de nuevo, y así sigue la cadena. Es una cadena para toda la vida, A MENOS QUE LA ROMPAS.


En realidad, todo esto de fumar es como llevar zapatos demasiado estrechos para poder sentir un placer cuando te los quitas.




 Existen dos razones que impiden que los fumadores lo vean así:
0      No existe ningún dolor físico identificable. Es sólo una sensación.
0      Es retrospectivo. Es por eso que es difícil quitarse cualquier droga. Sólo te sientes molesto cuando no fumas, y entonces no le echas la culpa al cigarrillo. Cuando enciendes uno te alivia, entonces el tabaco te engaña haciéndote creer que sirve como algún tipo de placer o apoyo moral.











Aquí convendría quizás destruir algunos conceptos falsos.


 “El hábito” no existe. Tenemos toda clase de hábitos durante nuestras vidas, y algunos de ellos son muy placenteros. Un hábito que, lejos de ser placentero, es de un sabor repugnante, nos mata, nos cuesta una fortuna, que consideramos sucio y repulsivo, y del cual nos gustaría liberarnos, debería ser muy fácil de romper. ¿Por qué lo encontramos difícil entonces? La respuesta no está en “el  hábito” sino en la drogadicción. Primero tenemos que hacer un esfuerzo para engancharnos a la droga. Al poco tiempo no sólo compramos cigarrillos con regularidad, sino también llegan a ser imprescindibles. Cuando no podemos tenerlos entramos en un estado de pánico, y conforme pasa el tiempo fumamos más y más.


Esto es porque, como ocurre con todas las drogas, nuestro cuerpo se va acostumbrando a la droga y necesita una dosis progresivamente más alta para tener el mismo efecto. Al cabo de cierto tiempo el cigarrillo ya no alivia completamente el “mono” que crea, de forma que cuando enciendes uno te encuentras mejor que antes, pero estás todavía más nervioso y menos relajado que un no fumador; y esto mientras estás fumando el cigarrillo.


En la práctica, pues, es todavía más absurdo que el llevar zapatos muy estrechos, porque con los años va quedando cada vez más dolor residual aún después de quitarte los zapatos.
Es mucho peor cuando apagas el cigarrillo, porque la nicotina empieza a ser expulsada rápidamente del cuerpo; esto explica por que en las situaciones de mucho estrés, se tiende a fumar “en cadena”: uno detrás de otro.


Como ya dije, “el hábito” no existe. Lo que empuja al fumador a seguir fumando es el monstruito que tiene alojado en las tripas. Tiene que darle de comer con regularidad. El fumador es el que decide cuando se le da de comer, y suele ser en un de cuatro tipos de situación o en una combinación de ellos:
0      Situaciones de estrés.
0      Situaciones que requieren concentración.
0      Situaciones de aburrimiento.
0      Situaciones en las que uno está relajado.




Trataré de cada uno de estos cuatro en un capítulo posterior.
Además de ser una droga, la nicotina es un potente veneno que se utiliza en los insecticidas (búscalo en el diccionario). La cantidad de nicotina contenida en un solo cigarrillo te mataría si te la inyectaran directamente en una vena. En realidad, el tabaco contiene varios venenos, incluido el monóxido de carbono.
Por si estás soñando con cambiar a los puros o a una pipa, quiero dejar claro que todo lo que digo en este libro se aplica a todas las formas del tabaco.
El cuerpo humano es el objeto más sofisticado y desarrollado que existe en este planeta. Pero tiene en común con las especies más bajas, los gusanos y las amebas, el que no puede sobrevivir si no distingue entre lo que es un alimento y lo que es un veneno.
Durante un proceso de selección natural a lo largo de millones de años, nuestra mente y nuestro cuerpo han desarrollado una serie de técnicas para distinguir entre los alimentos y los venenos, y para eliminar a estos últimos.


A todos los seres humanos les resultan desagradables el sabor y el olor del humo del tabaco hasta que nos enganchamos. Si soplas tus humos a la cara de un niño o un animal, toserá incontrolablemente.


El día que fumamos aquel primer cigarrillo e intentamos tragarnos el humo, nos produjo un ataque de tos, y si nos fumamos muchos nos mareamos o incluso llegamos a devolver. Estos síntomas eran el lenguaje de nuestro cuerpo, que nos decía,


“ME ESTÁS DANDO VENENO. ¡PARA!


 Muchas veces es en este momento en el que se decide si vamos a ser fumadores o no. No es cierto que son los de poca voluntad o los que son físicamente débiles los que se enganchan, sino que la tendencia es justamente la contraria. Los que tienen suerte son los que no pueden con aquellos primeros cigarrillos. Se niegan a llenar sus pulmones de humo, y están curados para toda la vida. O mentalmente no están dispuestos a pasar por el duro proceso de aprendizaje para conseguir tragar el humo sin toser, para parecer “duros” o “sofisticadas”.


Para mí, esta es la parte más trágica del asunto, lo que nos costó en esfuerzos engancharnos; y por eso es tan difícil convencer a los adolescentes para que lo dejen. Como todavía están aprendiendo a fumar, y porque los cigarrillos todavía les saben fatal, creen que pueden parar cuando quieran. 


¿Por qué no aprenden de nuestros errores? 
¿Y por qué no aprendimos nosotros de la experiencia de nuestros padres?.


Muchos fumadores creen que les gusta el sabor a tabaco, o el olor. Es falso.
Lo que en realidad hacemos cuando aprendemos a fumar es convencer al cuerpo para que soporte los malos sabores y los olores, con tal de conseguir su dosis. Es como con los heroinómanos, que creen que disfrutan inyectándose. El síndrome de abstinencia para el heroinómano es muy severo, y lo único de lo que disfrutan es del momento en que se alivian esos síntomas.


El fumador se enseña a sí mismo a ignorar los malos sabores y olores para conseguir su dosis de droga. A cualquier fumador que cree que sólo fuma porque le gustan el sabor y el olor, pregúntele: 


“Si no encuentras la marca de cigarrillos que normalmente fumas, y sólo hay una que no te gusta, ¿dejas de fumar?”


 De ninguna manera, un fumador fumará cualquier porquería antes de prescindir de su droga, y es lo mismo que cambies a la picadura para liar, a los cigarrillos mentolados, a los puros o a una pipa; al principio saben fatal pero si te empeñas te puede llegar a gustar. El fumador tratará incluso de seguir fumando cuando tiene la gripe, un constipado, una bronquitis o incluso un enfisema.


El disfrutar no tiene nada que ver. Si lo tuviera, nadie fumaría un segundo cigarrillo después del primero. Hay, incluso, miles de fumadores adictos a ese chicle repulsivo con nicotina que les proporcionan los médicos. Y algunos de ellos siguen fumando.
En mi consulta, algunos fumadores se asustan cuando se dan cuenta de que son drogadictos, y piensan que entonces será más difícil todavía dejarlo. No es así, sino todo lo contrario, y por dos motivos:
0      La mayoría seguimos fumando porque, aún sabiendo que es peligroso y que tiene más desventajas que ventajas, estamos convencidos de que hay algo en el tabaco que nos gusta o que nos ayuda. Creemos que si dejamos de fumar habrá un vacío. Que algunos aspectos de nuestra vida nunca serán como antes. Esto es falso. Lo cierto es que el cigarrillo no da nada; sólo quita, y luego devuelve parcialmente para mantener la ilusión. Explicaré esto con más detalle más adelante.
0      Aunque la nicotina es de todas las drogas la más rápida para crear adicción, no produce una adicción grave. Precisamente por ser una droga rápida, sólo tarda unas tres semanas en eliminarse en un 99% del cuerpo. Y el síndrome de abstinencia es tan suave que la mayoría de los fumadores vive toda una vida sin darse cuenta de que lo padecen.


Me preguntarás, con razón, por qué entonces es tan difícil dejarlo, por qué hay fumadores que sufren meses de auténtica tortura, y que aún pueden sentir el deseo de fumar años después de dejarlo. La respuesta no está en la drogadicción, sino en la segunda razón que nos mantiene fumando —el “lavado de cerebro”. La adicción química es fácil de vencer.


La mayoría de los fumadores se pasa toda la noche sin fumar; el “mono” ni siquiera les despierta. Muchos fumadores salen del dormitorio antes de encender el primer pitillo del día; algunos desayunan primero, otros esperan hasta que llegan al trabajo. Pueden estar diez horas sin fumar y no les importa el “mono”, pero si tuvieran que estar diez horas sin fumar durante el día, enloquecerían.


Hoy en día hay muchos fumadores que se compran un coche nuevo, y nunca fuman dentro de él. Algunos van a la iglesia, al teatro, al supermercado, y no les importa el no poder fumar. La tan discutida prohibición general en el Metro londinense no ha provocado ninguna alteración del orden público. A veces el fumador agradece que algo o alguien le impida fumar.


Es frecuente que el fumador se controle y no fume en casa de unos no fumadores, o simplemente cuando está con ellos, y no sufre mucho. La realidad es que la mayoría de los fumadores pasa por periodos de tiempo en los que están sin fumar casi sin esfuerzo. Yo mismo a veces estaba tardes enteras relajado y sin fumar, y tan contento. En mis últimos años de fumar incluso estaba deseando que llegasen esas tardes cuando podía dejar de asfixiarme.


 ¡Qué hábito más imbécil!


La adicción química no es obstáculo importante (ni siquiera cuando eres un adicto), y hay miles de adictos que nunca pasan de ser fumadores ocasionales. También hay ex-fumadores de verdad que se han quitado el hábito, pero de vez en cuando se fuman un puro, y eso es suficiente para mantener su adicción.


Que quede claro, pues, que la adición a la nicotina no es el problema principal. Simplemente actúa como catalizador, para ocultarnos el verdadero problema; el “lavado de cerebro”.
A lo mejor sirve de consuelo a los “grandes fumadores” saber que es igual de fácil para ellos dejar de fumar como para los que fuman menos. De una manera extraña es incluso más fácil. Cuanto más fumas, más te destruye física y moralmente, y más beneficio obtienes cuando lo dejas.


También puede servir de consuelo saber que los rumores que aparecen de vez en cuando, como que “el cuerpo tarde siete años en eliminar los alquitranes” o “cada cigarrillo que fumas te resta cinco minutos de vida”, no son ciertos.


No vayas a creer que se hayan exagerado los efectos del fumar para la salud. Al contrario, las cifras son bastante conservadoras, pero está claro que eso de los “cinco minutos de tu vida” no puede ser más que una estimación, y sólo es aplicable si coges alguna de las enfermedades incurables o si te alquitranas hasta que se para la maquinaria.


Lo cierto es que los alquitranes nunca son totalmente expulsados del cuerpo. Mientras existan fumadores, el humo estará en la atmósfera, e incluso los no fumadores absorben una pequeña proporción.


 Sin embargo, nuestro cuerpo es una máquina increíble, y se recupera de una manera realmente sorprendente, siempre que no hayas hecho arrancar una enfermedad irreversible. Si dejas de fumar ahora, tu cuerpo se habrá recuperado al cabo de unas semanas, casi al estado del de una persona que nunca ha fumado.


Ya he dicho que nunca es demasiado tarde para dejar de fumar. He ayudado a curar a muchos fumadores de entre 50 y 60 años, y algunos de más de 70. Cuanto más bajo te arrastra el tabaco, mejor te sientes cuando lo dejas. Cuando yo conseguí dejarlo, por fin, pasé directamente de 100 diarios a CERO, y el famoso “mono” nunca me molestó de verdad. Incluso diría que disfruté de ello, aún durante el periodo de retirada de la droga.


Lo que sí hay que eliminar es el “lavado de cerebro”.





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3 comentarios:

Caiv dijo...

Su ensayo me parece muy interesante tanto q me he basado en el para hacer una critica para mi clase, pero para sustentarme quería saber si pudieran mencionar algún lugar del cual sacan sus argumentos , Gracias

Blog y anuncios dijo...

Hola CAIV
te cuento que este BLOG esta basado en la OBRA
""Es fácil dejar de fumar si sabes cómo"" de Allen Carr


Saludos y gracias
por pasar por aqui

Kuoves

Unknown dijo...

Este blog me ah inspirado mas a dejar de fumar llwvo 2 meses de dejar de fumar de hace 9 años fumando gracias a dios me ah dado la voluntad x q dejarlo es algo duro por la ansiedad y muchas cosaa que me pasan x dejarlo como no poder dormir pero ahi le vamos echando para delante menoa echar para atras y gracias por hacer este blog que sa inspiracion para seguir como voy soy de Panama y tengo 27 años

Has Avanzado en Tu Meta de Dejar de Fumar???