30>>LA FORMA DE PENSAR ES IMPORTANTE

Este capítulo contiene las instrucciones 
para que puedas dejar de fumar con facilidad.


 Si sigues las instrucciones, verás como puede ser desde relativamente fácil hasta todo un gozo. Pero acuérdate de que los malos cocineros son los que no leen bien las recetas.


Es absurdamente fácil dejar de fumar. Sólo tienes que hacer dos cosas:
0      Tomar la decisión: Nunca más vas a fumar.
0      No te deprimas, alégrate.




Entonces preguntarás:


¿Si eso es todo, para qué está el resto del libro? 
¿Por qué no podías haber dicho eso al principio?


 Simplemente porque antes o después te hubieras deprimido y en consecuencia hubieras abandonado tu decisión. Lo más probable es que ya lo hayas hecho varias veces.


Ya hemos visto que el fumar es una trampa sutil y siniestra. El problema principal al dejarlo no es la adicción en sí, sino el “lavado de cerebro”, y primero hemos tenido que reventar todos los conceptos falsos y las ideas ilusorias. Hay que conocer al enemigo y saber cómo actúa: entonces será fácil vencerlo.


He estado la mayor parte de mi vida intentando dejar de fumar, y he pasado por semanas enteras de la más Negra Depresión. Cuando al final lo dejé pase de cien pitillos diarios a CERO, y no me pasó nada. Lo disfruté incluso durante el periodo del “mono”, y nunca he vuelto a tener ganas de fumar.


 Es sin duda alguna lo mejor 
que me ha ocurrido en toda mi vida.


No entendía por qué había sido tan fácil, y tardé mucho tiempo en comprenderlo. La clave era esta: que nunca más iba a fumar


En mis intentos anteriores, por muy decidido que me creyera, esperaba que algo ocurriera para quitarme las ganas de fumar. No se acabaron las ganas de fumar porque no ocurría nada, y me deprimía. Cuanto más deprimido estaba, más necesitaba fumar, y era un círculo vicioso. Mi último intento era diferente. Como todos los fumadores de hoy, había considerado el asunto con cuidado. Hasta entonces, cada vez que fracasaba me consolaba pensando que la próxima vez sería más fácil. Nunca se me ocurrió pensar que seguiría fumando toda la vida. Cuando finalmente me di cuenta de que efectivamente era así, la idea me horrorizó tanto que empecé a pensarlo muy seriamente.


En lugar de encender cada cigarrillo de una manera automática, empecé a analizar lo que sentía mientras fumaba. Esto confirmó lo que ya sabía: no me gustaban los cigarrillos y, además, eran sucios y repulsivos.


Empecé a observar a los no-fumadores. Hasta entonces los había considerado personas de poca personalidad, antipáticas, excesivamente cuidadosas. Pero cuando se les examinaba de cerca, resultaron ser más fuertes, más relajadas. Parecían tener más capacidad para afrontar los problemas y las tensiones de la vida, y parecían disfrutar más que los fumadores en los acontecimientos sociales. Desde luego tenían más vitalidad, más “chispa”.


Empecé a hablar con los ex-fumadores. Hasta entonces habían sido para mí personas que habían tenido que dejar de fumar por razones económicas o de salud, y que tenían que vivir con el constante deseo de fumar. Unos cuantos efectivamente decían: “Sí, de vez en cuando te apetece uno, pero el momento pasa rápidamente, y no es para preocuparse”


Pero la mayoría decía:
“¿Echarlo de menos? En absoluto.
 En mi vida me he encontrado mejor”.


El hablar con los ex-fumadores también me quitó otro concepto falso. Yo creía que debía haber en mí alguna debilidad especial, pero de repente vi que todos los fumadores tienen la misma pesadilla. En resumidas cuentas, me dije: “Ahora hay millones de personas que dejan de fumar, y viven felices. Yo no necesitaba el tabaco antes de empezar a fumar, y recuerdo todavía lo que me costó acostumbrarme a este hábito tan repulsivo, entonces ¿por qué tengo que seguir fumando?”. De todas formas no sacaba ningún placer de ello, odiaba todo el sucio ritual y no quería ser esclavo de este hierbajo durante el resto de mis días.




Entonces me dije:
 “Francisco, TE GUSTE O NO,
 ACABAS DE FUMAR TU ÚLTIMO CIGARRILLO”.




Desde ese momento sabía que no volvería nunca a fumar. No esperaba que fuese fácil, sino todo lo contrario. Estaba convencido de que me esperaban meses de profunda depresión, y que durante toda mi vida sentiría las ganas de fumar. Pero nada de eso: desde el primer momento, fue una liberación maravillosa.


Tardé mucho en comprender por qué había sido tan fácil y por qué en esta ocasión no había padecido tanto el terrible “mono”. La realidad es que el “mono” no es de temer. Lo que hace sufrir es la duda y la inseguridad. La tremenda verdad es que ES FÁCIL DEJAR DE FUMAR. Sólo es difícil si no crees en tu propia decisión y te deprimes. Aún estando enganchados con la nicotina, los fumadores pueden estar horas y horas sin fumar en ciertas situaciones, y no les pasa nada. Solamente sufres cuando quieres fumar y no te dejan.


Entonces la clave está en tomar una decisión definitiva y final, sin apelación. No hay que esperar habértelo quitado; hay que saberlo. No dudes nunca de tu decisión, ni la cuestiones —alégrate siempre de haberla tomado.


La situación es un poco lo de la gallina y el huevo. Si puedes tener una certeza absoluta desde el principio, será fácil. ¿Pero cómo puedes tener esa certeza, si no sabes si va a ser fácil o no? El resto del libro está para eso: para aclarar ciertos puntos fundamentales y fijarlos en tu mente. 


Son estos:
0      Tienes que saber que lo puedes hacer. Tú no eres diferente de los demás, y la única persona que te puede obligar a fumar otro cigarrillo eres tú.
0      No vas a sacrificar nada. Vas a obtener unos beneficios enormes. No sólo quiero decir que tendrás más dinero y mejor salud, sino que disfrutarás más de los buenos momentos y sufrirás menos en los malos.
0      Hay que quitarse de la cabeza el concepto de “un cigarrillo de vez en cuando”. Es una drogadicción, y una reacción en cadena. Si te deprimes por no poder fumarte un cigarrillo de vez en cuando te castigarás innecesariamente.
0      Cambia tu forma de ver todo lo relacionado con el fumar. Te lo han vendido como un hábito social y placentero, y no es ninguno de los dos. Es una drogadicción y el humo del tabaco es el agente contaminante que más muertes provoca en la sociedad occidental. Tienes que darte cuenta de YA TIENES LA ENFERMEDAD. No va a desaparecer porque tú escondas la cabeza. Como todas las enfermedades que incapacitan, es para toda la vida y va empeorando. El mejor momento para curarse es ahora.
0      Hay que distinguir entre la enfermedad en sí, o sea, la adicción química, y la diferencia psicológica entre ser fumador y ser no-fumador. Si pudieran, todos los fumadores volverían rápidamente a la época cuando no fumaban. Métetelo en la cabeza: tienes esa oportunidad hoy. Ni siquiera lo consideres como “dejar de fumar”; una vez que has decidido que ya has fumado el último cigarrillo, ya eres no-fumador. El fumador es un pobre desgraciado que tiene que destruirse con el tabaco durante toda su vida. El no-fumador es una persona que no tiene que hacerlo. Cuando tomas esa última decisión, ya has alcanzado tu meta. Alégrate, no te vayas deprimiendo mientras esperes que desaparezca la adicción. Dedícate a disfrutar de la vida en todos sus aspectos. La vida es maravillosa aún mientras te dure la adicción, y será cada día mejor.


Lo fundamental, para que te resulte fácil dejar de fumar, es convencerte sin lugar a dudas de que serás capaz de abstenerte totalmente durante el periodo de retirada de la nicotina (máximo 3 semanas) y si te has preparado debidamente lo encontrarás absurdamente fácil.
En este momento, si has leído con la mente abierta como te aconsejé al principio, ya habrás decidido dejar de fumar. Deberías sentir ahora una especie de excitación, como un perro que tira de la cadena. Estarás deseando eliminar el veneno de tu cuerpo.


Si todavía sientes miedo, 
y lo ves todo negro, es por uno de estos tres factores


0      Hay algo que todavía no ha cuajado en tu mente. Léete otra vez los cinco puntos anteriores y pregúntate si los aceptas como verdades. Si tienes alguna duda, vuelve a leer el capítulo correspondiente.
0      Lo que temes es el fracaso. No te preocupes, sigue leyendo. A pesar de todo, lo conseguirás. Todo lo relacionado con el fumar es un timo de enormes dimensiones. Hasta las persona más inteligentes pueden ser víctimas de un timo, pero hay que ser muy tonto para que te engañen dos veces con el mismo truco.
0      Estás de acuerdo en todo, pero sigues deprimido. ¡No hace falta deprimirse! Abre bien los ojos; te está ocurriendo algo fantástico, estás a punto de salir de la cárcel.


Es imprescindible empezar con el estado mental adecuado.
 Hay que pensar: “Ya soy no-fumador. 
¡Qué maravilla!


Lo único que tenemos que hacer ahora es mantener ese estado de ánimo durante las tres semanas que se tarda en eliminar la adicción. En los próximos capítulos trataremos algunos puntos específicos para mantener tu estado de ánimo durante ese periodo. Una vez eliminada la adicción, ya no tendrás que pensar así. Ya lo harás de una manera automática, y la única pregunta que te quedará será: “Es tan obvio, ¿por qué no me di cuenta antes?”.


Sin embargo, me permito dos advertencias:
0      Espera a tomar la decisión definitiva, hasta que termines el libro.
0      Ya he dicho varias veces, que el periodo de retirada de la droga es de unas tres semanas. Esto puede causar algún que otro malentendido. En primer lugar, puedes pensar que vas a tener que sufrir durante tres semanas. No es necesario. En segundo lugar, hay que evitar la trampa de decirse: “Sólo tengo que resistir sin fumar tres semanas, y seré libre”


     Esto es una trampa, porque no va a ocurrir  nada al cabo de las tres semanas. No vas a tener la sensación repentina de ser no-fumador. Los no-fumadores no se sienten diferentes a los fumadores. Si te dejas deprimir durante estas tres semanas, lo más probable es que sigas deprimiéndote después.
  Lo que quiero decir es que, si te dices desde un principio: “Qué bien, ya no voy a fumar nunca más”, no sentirás ninguna tentación pasadas las tres semanas. Mientras que si te dices: “Si logro sobrevivir tres semanas sin fumar”, darás tu vida por un cigarrillo al cumplir las tres semanas. (El juego de palabras no es intencionado).


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