Nunca me cansaré de repetir que lo que hace
difícil dejar de fumar es el “lavado de cerebro”

Si es un hombre joven, le digo:
“No me puedo creer que no te importe el dinero que te gastas en esto”.
Normalmente se le ilumina la cara. Si le hubiera atacado con argumentos relacionados con la salud o la opinión ajena, a lo mejor se hubiera sentido en inferioridad de condiciones, pero el dinero...
“No me puedo creer que no te importe el dinero que te gastas en esto”.
Normalmente se le ilumina la cara. Si le hubiera atacado con argumentos relacionados con la salud o la opinión ajena, a lo mejor se hubiera sentido en inferioridad de condiciones, pero el dinero...
“Me lo puedo permitir. Sólo me gasto Xdolares a la semana, y yo creo que merece la pena. Es el único vicio que tengo... etc., etc.”
Si es una persona que fuma un paquete diario, le digo:

En este momento te das cuenta, sobre todo si el fumador es joven, que él nunca lo ha considerado como un gasto que le va a durar toda la vida. Para la mayoría, ya basta con darse cuenta de lo que cuesta un solo paquete. A veces calculamos lo que nos gastamos en una semana, y eso es suficiente. Muy pocas veces calculamos lo que gastamos en un año (eso suele ocurrir cuando contemplamos la posibilidad de dejarlo) y eso ya asusta. Pero calcular lo que se gasta a lo largo de toda la vida, eso es impensable.
Pero como estamos discutiendo, el fumador suele decir:
“Me lo puedo permitir. Es sólo tanto a la semana”. Se autoconvence con el truco del vendedor de enciclopedias.
Entonces digo:
“Te voy a hacer una oferta que no puedes rechazar. Dame 30 mil dolares ahora, y yo te suministraré gratis todos los cigarrillos que necesites durante el resto de tu vida”.
Si le ofreciera hacerme responsable de su hipoteca de tres millones a cambio de 30 mil, me haría firmar un papel en el acto, pero ningún fumador confirmado (y recuerda que estamos hablando de personas que no piensan dejar de fumar nunca, no de personas como tú, que tienes la intención de dejarlo) ha aceptado mi oferta.
¿Por qué no?
Llegados a este punto en la conversación, el fumador suele decir,
“Mira, aunque no te lo creas, es verdad que no me preocupa el aspecto económico”. Si tú también estás pensando algo así, debes preguntarte por qué no te preocupa. ¿Por qué en otros aspectos de la vida te tomas bastantes molestias para ahorrar unos cuantos miles aquí y allá, y al mismo tiempo no te importa gastar millones para envenenarte?.

La respuesta a esta serie de preguntas es la siguiente: cada vez que tomas una decisión de este tipo, pasas primero por un proceso analítico, sopesando los argumentos a favor y en contra para llegar a una respuesta razonada. Si aplicas el mismo proceso a la cuestión de fumar, sólo hay una respuesta posible:
“DEJA DE FUMAR, QUE ESTÁS HACIENDO EL PRIMO”
Por tanto, los fumadores fuman, no porque quieren o porque lo han decidido razonablemente, sino porque creen que no pueden dejarlo. Entonces tienen que lavar sus propios cerebros.
Tienen que esconder la cabeza.

Lo curioso es que muchos fumadores organizan pactos entre ellos diciendo: “El primero que vuelva a fumar paga veinte mil a los demás”; mientras que no dan importancia a los cientos de miles que se ahorrarían si lo dejaran. Es porque todavía piensan con el cerebro lavado, todavía son fumadores, psicológicamente hablando.
Deja de esconderte la cabeza un momento. El fumar es una reacción en cadena, y una cadena que es para toda la vida. Si no rompes la cadena, fumarás hasta que te mueras. La cantidad que vayas a gastar en ese tiempo variará con las personas, pero vamos a suponer que es de 30 mil dolares.
Si crees que estos argumentos son falsos, te estás engañando a ti mismo. Sólo tienes que calcular cuánto te hubieras ahorrado si en tu juventud no hubieras fumado aquel primer cigarrillo.

Durante el periodo de la retirada del tabaco, te enfrentarás con la tentación de fumarte otro “último” cigarrillo. Quizás te ayude a no fumarlo si piensas que ese mismo cigarrillo te costará 30 mil dolares o cualquier otra cantidad que hayas calculado.
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